Los vehículos eléctricos están transformando la industria automovilística estadounidense, con una previsión récord de 1,44 millones de unidades vendidas en 2023, igualando el total vendido entre 2016 y 2021. Los coches eléctricos han pasado de ser modelos experimentales a vehículos maduros, más allá del dominio de Tesla. El mercado ofrece ahora una gran variedad de coches eléctricos, desde lujosos sedanes a asequibles vehículos de cinco asientos y SUV, con casi 40 nuevos modelos que han debutado desde 2022. Por ejemplo, el Hyundai Ioniq 6 puede recorrer 360 millas con una sola carga por 40.000 dólares.
Los vehículos eléctricos no sólo son ecológicos, ya que no emiten carbono, sino que también suponen un cambio en el concepto de automóvil. Los coches eléctricos son esencialmente ordenadores, con un software que controla diversas funciones, como el funcionamiento del motor, el cálculo del kilometraje y la optimización de los frenos. Este software puede actualizarse por Wi-Fi, lo que permite mejoras significativas. Por ejemplo, la empresa Rivian añadió un «Modo Arena» para mejorar la conducción en terrenos polvorientos, y Tesla aumentó la autonomía de su coche Model X de 328 a 351 millas mediante una actualización de software.
La proliferación de vehículos eléctricos supone un cambio fundamental en nuestra percepción del automóvil, que pasa de ser una máquina a un artilugio digital. Sin embargo, este cambio también conlleva retos, como fallos de software, problemas de suscripción y ciberataques. Por ejemplo, el software «Autopilot» de Tesla se ha vinculado a accidentes mortales, lo que ha dado lugar a una retirada masiva que requiere una actualización por software. Así pues, el futuro de los desplazamientos implica constantes actualizaciones de software, como ocurre con nuestros dispositivos digitales.
La transición a los vehículos eléctricos está transformando a los fabricantes de automóviles en empresas tecnológicas, exigiéndoles fabricar baterías de iones de litio y escribir software para controlarlas.
Este cambio está modificando las competencias necesarias en la industria del automóvil, los proveedores, las fábricas y los procesos de montaje. La fabricación de potentes células de baterías para automóviles es costosa: Toyota ha invertido casi 14.000 millones de dólares en una sola planta de baterías.
Los ingenieros de software están muy solicitados para crear coches con software. La industria ha contratado a miles de ingenieros de software, diseñadores de interfaces, ingenieros de redes y otros profesionales. Sin embargo, la transición está causando trastornos: ya se han producido recortes de personal y se esperan más.
Los concesionarios también se ven afectados, ya que empresas como Tesla y Rivian venden directamente a los consumidores y los vehículos eléctricos requieren menos mantenimiento que los de gasolina, lo que puede reducir los beneficios de los concesionarios. A pesar de estos cambios, los vehículos eléctricos están aún en sus primeras fases, y sólo el 1% de los coches en circulación son totalmente eléctricos.
Siguen existiendo dificultades, como el elevado coste de los vehículos eléctricos, la lentitud y poca fiabilidad de los cargadores públicos y la oposición política. Sin embargo, la transición a los vehículos eléctricos es una realidad presente, no una posibilidad futura.