Imagina un mundo en el que tu teléfono no necesite cargarse nunca, los drones patrullen los cielos indefinidamente y los sensores remotos recojan datos durante décadas sin mantenimiento. Puede parecer ciencia ficción, pero una empresa china, Betavolt, afirma haberlo hecho realidad con su revolucionaria batería nuclear. Esta diminuta fuente de energía, más pequeña que una moneda, promete 50 años de electricidad ininterrumpida sin necesidad de enchufarla.
La batería de Betavolt no se alimenta de litio o cobalto, sino de la miniaturización de la energía atómica. Han aprovechado la energía de 63 isótopos nucleares, empaquetados en un módulo compacto, para generar electricidad mediante un proceso conocido como conversión betavoltaica. Esta tecnología, aunque no es nueva, ha sido hasta ahora voluminosa y cara, lo que ha limitado su uso a aplicaciones nicho como naves espaciales y sistemas submarinos. Betavolt, sin embargo, afirma haber superado estos obstáculos, allanando el camino para una nueva era de energía de larga duración.
Las aplicaciones potenciales de esta tecnología son enormes. Betavolt imagina teléfonos móviles con energía para toda la vida, drones capaces de vigilar ecosistemas o inspeccionar zonas catastróficas sin descanso y dispositivos médicos como marcapasos que funcionen durante décadas sin cirugía. Las ventajas van más allá de la comodidad: el impacto ambiental se reduce drásticamente, ya que estas baterías prácticamente no generan residuos. Tras su vida útil, los isótopos radiactivos se descomponen en cobre estable, sin suponer una amenaza para el medio ambiente.
Por supuesto, la perspectiva de la tecnología nuclear plantea problemas de seguridad. Betavolt asegura que sus baterías son «absolutamente seguras», no emiten radiación externa y no suponen ningún riesgo para la salud humana. El diseño en capas minimiza los riesgos potenciales de incendio o explosión, y las baterías siguen siendo funcionales incluso a temperaturas extremas.
Aunque el prototipo actual de Betavolt genera sólo 100 microwatios de potencia, suficiente para dispositivos de baja potencia, su objetivo es aumentarla hasta 1 vatio en 2025. Conectando estas baterías en serie se podrían alcanzar potencias aún mayores, lo que abriría las puertas a un mayor número de aplicaciones.
Es importante señalar que las afirmaciones de Betavolt aún no se han verificado de forma independiente y que la tecnología está todavía en fase de pruebas piloto. Sin embargo, el potencial de este avance es innegable. Las baterías nucleares podrían cambiar radicalmente la forma en que alimentamos nuestro mundo, ofreciendo una energía fiable, duradera y respetuosa con el medio ambiente. A medida que la investigación y el desarrollo continúan en China, Estados Unidos y Europa, el futuro de la energía perpetua parece más cerca que nunca.